domingo, 12 de octubre de 2014

Cuatro galerías atípicas. ¿Nos vamos de visita?


Complejo mundo el de las galerías. Nadie ajeno al mundillo parece saber cómo se gestionan, como se conforman y mucho menos como se financian. Como diablos se sostienen en los tiempos que corren o si eso de  vender arte es posible, son algunas de las preguntas que resuenan en los oídos de muchos.


Es el universo de galerías y galeristas una dimensión en sí mismo, donde la relación que se teje entre ambos es tan estrecha que no puede entenderse el uno sin el otro. Logran así crear una simbiosis que acaba por imprimir una marca personal a cada espacio, haciéndolo único y convirtiéndolo incluso en una extensión de sí mismos.

         De eso me di cuenta al instante. En esa andadura de intentar conocer el mundo del arte y todos los agentes implicados, visitar galerías se convertía en un Must Have. Enseguida aprendí que no encontraría ninguna igual y fue esa diversidad la que acabó por configurar mi idea sobre la existencia de estos contenedores de arte, fuera de disensiones o al margen de hacer cuentas para ver como llegaban a fin de mes (aunque el tema de para mucho).

Y es que en la diversidad está el gusto y aunque parezca la frase invento de indecisos,  nos viene como anillo al dedo para reflejar la variada colmena de galerías de la capital madrileña y no tener  por qué elegir.

Es curioso como las calles de esta ciudad parecen esconder estos lugares a ojos de los viandantes, esperando a ser descubiertos.  Chueca custodia uno de ellos: La galeria MAD IS MAD. ¿“Mad” como apócope para designar a la capital madrileña o sinónimo anglosajón del disparate o la locura? Vaya usted a saber, aunque me da a mí en la nariz que no ocultan sus ganas de confundir al personal y volvernos locos con su contenido alternativo y su formato peculiar, sacado de aquellos espacios neoyorquinos que aúnan arte en letras mayúsculas pero en minúsculos precios, ofreciendo entre otros, objetos de autor.

A medio camino entre galería y tienda de souvenirs de objetos únicos, este híbrido engancha nada más entrar por la puerta. Su atmósfera acogedora y su estética amable hacen dudar al visitante de si de verdad ha puesto un pie en una de esas  serias galerías de arte que en la imaginaria popular  huelen a naftalina y a añejo. Altamente recomendable para todos aquellos que deseen iniciarse en las visitas a galerías y les resulte tarea ardua.

El colmo de la modernidad que ahora reside en unas barbas espesas, camisetas desgastadas y gafas de pasta servían para darle nombre irónico a la exposición que acogía el espacio en el pasado mes de mayo. Hipsteria colectiva era la muestra que  embrujaba al personal con su aire naif, inofensivo y despreocupado, pero que  ocultaba bajo su ingenuidad una crítica a la pérdida de valores de la juventud y a las instituciones gobernantes.

Exposición "Hipsteria Colectiva"

Estando yo ante lo que pareció convertirse en el icono del hipsterismo (ese perezoso en tonos pastel que ha venido a representar a lo más cool de la capital madrileña), tuve la oportunidad de coincidir con el galerista. El juego no podría haberme salido más redondo y es que, casualidades de la vida, Rafael Ruiz,  es además uno de los integrantes del Asombrario, precisamente esa revista referente para saber que se cuece en la capital en cuestiones de cultura y arte. Y eso se nota. Como decía al principio, las galerías son el reflejo de lo que sus dueños destilan y el Asombrario parecía campar por allí a sus anchas, apostando en sus paredes por artistas jóvenes y emergentes, por la ilustración y la calidad pero a precios  asequibles, fuera de burbujas de mercado, pero críticos y mordaces con toda la experiencia a sus espaldas.


Por si quedaban dudas, si, Madi s Mad es diferente. El espacio que dedican a los objetos de autor  les hace únicos, poniendo al alcance de cualquier bolsillo la adquisición de una obra de arte plasmado en un objeto exclusivo. Lo hacen muy bien y lo hacen sin complejos, parapetados tras el eslogan del “arte para todos”. No creen en el elitismo y la exclusividad y así lo dejan ver en las Chapas, abalorios, fanzines y demás objetos en los que los artistas logran imprimir un sello propio.


Del arte para todos al culmen de la exclusividad. El castizo barrio de Chamberi esconde tras una puerta de garaje graffiteada, una galería que poco tiene de usual. No debe sorprenderte que las citas sean concertadas y que reciban a sus clientes con champagne francés. Ni siquiera su arquitectura de un chic colonial, que mezcla maderas y vidrieras de colores  en su patio interior, sería lo más reseñable y es que el Arte no entiende de fronteras y en este lugar se las han saltado todas.



           Gazzambo es una galería orientada al Arte Contemporáneo africano, donde su dueña Catherine Lieman muestra pasión por sobre todo por el Arte Shona (escultura de piedra de Zimbabue) y por cambiar la visión y los cliches existentes en occidente con respecto a la vida cultural contemporánea del continente africano.

Son sus esbeltas e impactantes esculturas las que dan vida al espacio y donde la piedra parece ser  esculpida con la misma habilidad que la madera. Estos artistas y las piedras viven en osmosidad y parecen mostrar un lenguaje innato y espiritual entre ambos.











Absolutamente destacable es el trabajo de Amos Supuni , natarual de Malawi, que aúna en  en sus esculturas los ecos picassianos del cubismo y un misticismo innato que consigue reflejar en sus animales y tótems. Las múltiples perspectivas creadas desde las que mirar sus esculturas dibujan diferentes realidades, jugando con la ambigüedad y manteniéndote en un continuo estado de sorpresa.

Esculturas de Amus Supuni
El compromiso de Catherine con el arte contemporáneo africano va más allá. En su propuesta multicultural de insertarlo y darlo a conocer más allá de sus fronteras, ha impulsado la experiencia de residencia de artistas españoles en Kenia, con el objetivo de empaparlos de ese vivero cultural y artístico y lograr una simbiosis que sirva de puente entre ambos continentes.
Una visita a la Galería Gazzambo es una oportunidad única de sumergirse en una realidad artística y cultural diferente, una oportunidad para conocer a los artistas africanos contemporáneos desde la cercanía de España.

Si existe el paradigma de la galerista ideal esa es ella. Sabrina Amrani con su espacio homónimo en el Madrid de Malasaña consigue desmarcarse de las demás al aunar ADN francés y árabe. Este hecho acerca su proyecto a un ámbito multicultural que presta especial atención a los artistas que están surgiendo en la región de Oriente Medio, Norte de África y el Sur de Asia.


Hablar con ella en petit comité supuso todo un lujo, así como comprobar que su forma de trabajar es el sueño de cualquier artista. El día que la conocí en las jornadas Intransit, en el Centro de Arte de la Universidad complutense, los artistas congregados que escuchaban su intervención estallaron en aplausos espontáneos al comprobar que es posible una relación equilibrada en ese difícil vínculo entre galerista y artista. Y es que Sabrina cuida con detalle este binomio al ir más allá del mero contrato profesional, preocupándose desde el pago de la producción de obra de sus artistas hasta el hecho de donde y en que manos acabaran sus criaturas.
Cuida cada detalle y eso se nota, pues entre confidencias utilizaba la metáfora de la relación de pareja para hablarme de un proyecto tan íntimo con sus artistas que me hace volver a creer en el mundo del arte.

Destacable y apetecible de conocer es una de las puntas de lanza de la galería, el pakistaní Waqas khan, de gran trayectoria internacional. Su obra la definen las fuerzas opuestas entre la  tensión y la precisión, la libertad, la disciplina y el caos.

Tranquil Pool. Waqas Khan

Pero no todo lo bueno tiene porque ocurrir en Madrid.  No me canso de decirlo, incluso a riesgo de ser pesada, pero el arte es una emoción y no es lo mismo ver la Gioconda entre cientos de turistas agolpados, que disfrutar del Peine del viento en soledad en la Bahía de la Concha. Y digo esto porque fue precisamente eso lo que ocurrió en mi flechazo con la Galería Altamira en Gijón.

Del calor veraniego de Madrid a la bienvenida lluvia del norte, toparme con este espacio enclavado en la verde Quinta del Conde fue excitante. El silencio del entorno y el espacio inusual de una antigua fabrica de crece-pelo convertido en galería, hacían de la visita una experiencia emocionante. Una emoción, como os decía. Allí me tope entre oscurecidas y antiguas vigas de madera, con la inquietante obra de Xan Medina y su proyecto “Uno se escribe con H”.

Interior de la Galería Altamira.

           Con cierto sabor a pesadilla, su obra habla del dolor extremo, del azar caprichoso que nos obliga a vivir unas vidas u otras, de la muerte y de la oscuridad del ser humano.  Conocer su vida es adentrarse sin querer en un mundo a lo “Transpotting”, en donde la realidad supera a la ficción, en una obra autobiográfica llena de vivencias extremas que consigue plasmar a la perfección. Su obra impacta además por la utilización de  una peculiar técnica que mezcla tinta y lejía, donde sus figuras mantienen un matiz urbano y donde los rostros anuncian rasgos asiáticos que parecen sacados de aquellas pelis orientales de terror.

Trabajos de Xan Medina.

            Una  curiosidad. Diego Altamira, dueño de ATM, promueve un programa de artistas en residencia ubicado frente a la propia galería, lo que la convierte en el lugar perfecto para la formación y el conocimiento del arte emergente. Esta experiencia permite extender la idea de galería más allá de sus muros  dándole valor y apostando por los nuevos talentos.
                ¿Se puede pedir algo más? Pues si, y es que la labor de Altamira va más allá de la compra de arte, prestando especial atención la conservación de las obras, donde cada pieza se entrega con un dossier específico de conservación preventiva y en donde orientan a sus clientes sobre cómo y donde colgar las obras o almacenarlas.

           Supongo que la razón por la cual las galerías son espacios cerrados y poco accesibles a la población no es el hecho de que no sean interesantes o atractivas. Supongo que es un problema de base, a estudiar, donde no hay culpables, pero donde todos tenemos responsabilidad.

               Sigo pensando que a las galerías hace falta imprimarles vida, hacerlas parte de la ciudad y de los viandantes e inyectarles un poco de vitalidad. Ese cometido lo cumplen a la perfección el grupo de Agenda Magenta con sus visitas guiadas a las galerías del distrito Doctor Fourquet de la capital o Las Galerías de Arte Contemporáneo del distrito 28004 que en un intento de aunar esfuerzos y atraer al público a sus espacios celebran un desayuno todos los últimos sábados de cada mes.


Plano de las Galerías del Distrito 28004
de Madrid.

Dicho todo esto.....¿Nos vamos de galerías?.

Direcciónes:


Galería Mad is Mad

http://www.madismad.com/


Galería Gazzambo

http://www.gazzambo.com/galeria


Galería Sabrina Amrani

http://www.sabrinaamrani.com/


Galería Altamira

http://galeriaaltamira.com/GALERIA-ALTAMIRA