martes, 29 de diciembre de 2015

"Como (....) cosas que no existen": De la Bienal de Sao Paolo al Serralves en Oporto


Oporto, una ciudad de luz, de decadencia majestuosa, que en su intento de no aparentar lo que no se es, se convierte en  muñeca rusa que esconde dentro de sí otras dos joyas: La Fundación Serralves y la exposición “Como (…..) cosas que no existen”.

En activo desde el 2 de octubre y apunto de clausurarse el día 17 de enero, la muestra resultante de la selección de los trabajos de la 31 Bienal de Arte de Sao Paolo, que cruzó el atlántico para caer en la ciudad lusa, merece una reseña y sobre todo una visita.

Vista panorámica de la Fundación Serralves.

La exposición, que incluye el trabajo de veintiocho artistas o colectivos que fueron expuestos con anterioridad en la Bienal de 2014, adquieren en Portugal un curioso significado al cambiar de contexto. Dejar atrás Brasil supone también alejar los problemas acaecidos en América Latina, enfrentarse a la mirada europea y su ombliguismo, que al tiempo enfría y emborrona lo que los artistas denuncian en los trabajos seleccionados.

“Como (….) de cosas que no existen”, el controvertido enunciado que intenta hilar la exposición ya fue muy criticado durante el desarrollo de la Bienal, al ofrecer múltiples lagunas e incoherencias en el discurso, que  pusieron al descubierto a sus comisarios.
Pero también es cierto que se convirtió de esta manera en una metáfora del arte contemporáneo, dándole sentido a esos puntos suspensivos del enunciado, que son todo y nada a la vez.

Por ello el lema, tanto de la Bienal de Sao Paolo como de la exposición, es dar voz a aquello que no existe, que se calla, que se esconde, que se evita.
Por ello uno de los objetivos de la exposición es abordar la noción de conflicto a través de proyectos que tienen en su centro relaciones no resueltas, entre grupos, entre diferentes versiones de la historia o entre ideas incompatibles.

Detalle de "Como (....) cosas que no existen. Foto: Pedro Crespo.


Ese espacio lleno de puntos suspensivos en el enunciado se convierte así en un juego de la propia exposición, al poder ser rellenado con múltiples significados, convirtiendo al espectador al mismo tiempo en creador, al poder dotar de diferentes sentidos a la muestra. (Por ejemplo: Como ver cosas que no existen, como sentir cosas que no existen, como reflexionar cosas que no existen…).

Las opciones son infinitas y con ellas cambian el sentido de las obras y el dialogo que se establece entre ellas. Tal vez demasiado enrevesado para el espectador, pero si eres capaz de entrar en el juego, no  querrás salir de ahí.

Las “cosas que no existen” son los valores que el sistema nos impone o nos esconde. La exposición se pregunta cómo pensamos y sentimos fuera de los límites del sistema, como sería el sistema si nos dejaran completarlo, justo como hacemos con esos puntos suspensivos del título de la exposición.

Nos crean fronteras artificiales, divisiones de países, continentes, razas, religiones y culturas, y aquí es donde entra en juego el trabajo de Qiu Zhijie con“Mapas”.


Instalación "Mapas" de Qiu Zhijie. Foto: Pedro Crespo.

Enfrentarse a un inmenso mural  donde numerosos mapas señalan un mundo imaginario y nuevo, hace crecer la sensación de que las fronteras que el ser humano ha configurado ya no sirven. Hace reflexionar sobre la necesidad de establecer un nuevo orden que estructure el planeta en post de otras coordenadas más humanas, que tienen que ver más con las necesidades sociales, afectivas y de derribo de ideas preconcebidas, tanto religiosas como políticas.

Detalle de algunas de las geografías creadas para "Mapas". Foto: Pedro Crespo.

El mural de Qiu Zhijie es aún más impresionante si cabe, al realizarse en tan sólo tres días, sobre papel de arroz semitransparente y tinta  y con las técnicas de mapeo de la  tradición china. Estos mapas señalan lugares imaginarios, configurando países y ciudades cuyos nombres giran en torno a temáticas como la política, el amor, la religión o los estados emocionales, creándose así una especie de topografía inventada de la vida contemporánea.

Detalle de "Mapas" de Zhijie. Foto: Pedro Crespo.


En el centro de la enorme habitación y rodeada por los murales de Qiu Zhijie, flotaba un árbol suspendido sobre un esfera roja, que se cierra con una suerte de bancos de madera que se disponen en círculo rodeando la obra. Inevitable recordar aquel pasaje celebre del Principito, donde un baobab, el árbol probamente más antiguo de la tierra, crece sin límites hasta llenar todo un planeta.

"Mujawara". Grupo Contrafilé.

La instalación denominada Mujawara” perteneciente al Grupo Contrafilé (Compuesto por el brasileño Sandi Hilal, el palestino Beit Sahour, y el italino Alessandro Petti), está inspirada por un lado en la historia colectiva de las comunidades marginadas de Brasil y por otro en la noción árabe de barrio (Mujawara en árabe). Para la Bienal, se creó a propósito un nuevo mujawara al sur de la bahía, donde se encontraban refugiados palestinos,  investigadores, artistas, indígenas y miembros del Movimiento de los Sin Tierra (MST). Estas reuniones tenían lugar bajo la sombra de los árboles. 

A posteriori, los artistas convirtieron el árbol y el banco en símbolo de estas asambleas como metáfora del encuentro y entendimiento entre diferentes comunidades y convirtiendo al mismo tiempo al arte en el vehículo que las amalgama todas ellas.

Bancos de madera y libros pertenecientes a la instalación "Majawara".


La propia instalación viene acompañada de libros amarrados a los bancos que rodean la esfera roja y al árbol, para poder compartir conocimientos con el de al lado, para contar historias al pie del baobab. La utilización del Baobab en este trabajo encierra un gran simbolismo, ya que esta especie fue traída a Brasil por los esclavos africanos, es testigo de los tiempos antiguos y guardián de los cuentos

El baobab de la muestra fue plantado para la Bienal de San Paolo y dejado crecer hasta la exposición en la Fundación Serralves, donde puede observarse su evolución, también como metáfora de que la mujawara sigue viva.
Definitivamente la obra busca instaurar un diálogo sobre la tierra y el exilio, y promueve compartir experiencias comunes.

La gran dimensión de las obras seguía siendo la tónica predominante, cuando me tope de bruces con los rostros gigantes de Eder Oliveira (1983), que habían formado parte de una serie de siete retratos que fueron expuestos en la Bienal, y que además y originariamente, habían nacido en las calles brasileñas. 

Sin título. Eder Oliveira.

Los rostros pertenecían a hombres involucrados en crímenes que aparecían en la prensa sensacionalista, en su mayoría mestizos con rasgos negros e indígenas. Aunque no se indica en la obra que estos retratados sean delincuentes, la manera en que encaran la cámara y el formato de las fotografías de la prensa amarillista, (de donde Eder extra el material de su obra) nos hablan de su condición.


Lo realmente interesante del trabajo es la paradoja que se establece entre sus dimensiones heroicas y su anonimato, en un trabajo en donde la protesta social contra la discriminación de estos seres excluidos, es la tónica predominante.

Lo que también es cierto es que estas imágenes pierden parte de su fuerza cuando son sacadas de su contexto original y son transpuestas en la Bienal y en el Serralves. Porque el hecho es que ciertas obras de arte están íntimamente relacionados con el espacio donde están, como es el caso del arte urbano.

La video-instalación también toma un papel preponderante en la exposición, donde me atropo de principio a fin la trama de “Infierno” del israelí Yael Bartana, en una crítica brutal al derroche y la ceguera que son capaces de producir las religiones.



En el vídeo se narra la hipotética destrucción, por una especie de cataclismo, de la réplica del Templo de Salomón, que se construyó en San Paolo, al igual que ocurrió con el templo original. El templo de Salomón en la ciudad brasileña fue construido  por la Iglesia Universal del Reino de Dios e inaugurado en Sao Paolo 2014.

Tras el cataclismo que aparece en el video, solo queda en pie un muro, como ocurriría con el famoso muro de las lamentaciones en Jerusalén, el único resto que queda del original templo de Salomón.

A pesar de la destrucción, los restos que quedan tras el cataclismo se convierte en una especie de atracción turística, como si el Muro de las Lamentaciones fuese una atracción más, un escenario frívolo para la fotografía de viajes y la venta de souvenirs.

Reproducción del video "Inferno" de Yael Bartana:
Foto: Pedro Crespo.

La obra es una reprobación al despilfarro que supuso su construcción, donde los materiales fueron importados desde Israel, y que costó millones de dólares, generando gran controversia e indignación.  Una oda a la manipulación religiosa con fines comerciales que es denunciado a través del video arte.

Configurada por el colectivo Etcétera, la obra “Errar de Dios” es una instalación creada a partir del libro Palabras ajenas, de León Ferrari (1920-­2012), un collage de textos en donde el artista argentino mezclaba fragmentos tomados de medios de comunicación y la Biblia. Tras trabajar con Ferrari durante quince años, el colectivo creó una instalación para la Bienal en forma de  escalinata redonda con teléfonos, en donde se escuchan conversaciones del Papa, Monsanto, Dios o el grupo de inversiones Goldman Sachs, entre otros, para después solicitar al visitante grabar su propio mensaje.


Instalación "Errar de dios", del Grupo Etcétera.

Una atmosfera un tanto angustiosa, donde el rojo de la instalación del Serralves se mezcla con imágenes del Bosco y una suerte de teléfonos. Estos teléfonos que suenan sin parar hacen alusión a la Bolsa, como metáfora del nuevo dios de la sociedad contemporánea; el capitalismo.
Para completar la escena, es reseñable la petición para abolir el infierno, que ya inicio León Ferrari y que es recomendable leer.


Este ambiente contrasta con el de gran equilibrio y belleza de Historias de Aprendizaje, de la artista chilena Voluspa Jarpa, que enmascara tras la hermosa instalación, una serie de  archivos desclasificados (pero aun así censurados) que remiten a la historia de Chile, Brasil y Estados Unidos.


"Historias de aprendizaje" de Voluspa Jarpa. Foto: Pedro Crespo.

En definitiva una oportunidad de observar el mundo desde la problemática y óptica latinoamericana y donde el arte sirve para analizar diferentes maneras de resolver conflictos.  Muchos de los proyectos tienen en su base relaciones y enfrentamientos sin resolver: Entre los diferentes grupos, entre las versiones contradictorias de la misma historia, o entre los ideales incompatibles. Las dinámicas generadas por estos conflictos apuntan a la necesidad de pensar y actuar de manera colectiva, una manera más potente y enriquecedora que la lógica individualista y en donde “Como (….) cosas que no existen”, pueda ser el vehículo conductor.


*Agradecimiento al autor de las fotografías, Pedro Crespo.